Evitar el desperdicio de alimentos es un problema cada vez más importante. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) cada año se desperdician 1.300 millones de toneladas de comida, lo cual supone un tercio de la comida producida. ¿Cómo podemos evitar esto con las termoselladoras de alimentos?
¿Cómo funcionan las termoselladoras de alimentos?
Dentro de todas las opciones para la conservación de alimentos que podemos encontrar, el termosellado es una de las más atractivas. Este método es muy sencillo. Consiste en introducir los alimentos en bolsas termoplásticas, las cuales son selladas mediante el uso de calor y presión. Así los productos del interior quedan aislados, lo que alarga sustancialmente su tiempo de conservación.
Además, las bolsas que podemos utilizar se adaptan a diferentes necesidades. Algunas están pensadas para el transporte de alimentos, para su almacenaje o atendiendo a las circunstancias de los diferentes productos. También existen varios métodos para aplicar el termosellado: desde el sistema de barra caliente al sellado térmico continuo o el sellado por impulso, quizá el más conocido por su uso fuera de la hostelería como mecanismo de seguridad en grandes superficies.
En este sellado por impulso se ejerce presión manualmente sobre el cierre de la bolsa, y solo entonces la máquina se activa y aplica calor durante un breve lapso de tiempo para sellarla por completo. Así obtenemos un recipiente perfectamente cerrado en el que no podrá entrar ningún agente externo. Sin duda, la principal de las muchas ventajas de las termoselladoras en restauración.
¿Cómo reduce la necesidad de tirar comida al mejorar la conservación?
Esta técnica de conservación nos permite realizar una planificación detallada de qué platos vamos a servir. Podemos guardar las elaboraciones en bolsas, termosellarlas y congelarlas a la espera de servir el plato. Esto nos permite disponer de un stock almacenado, el cual solo tendremos que descongelar, regenerar y servir. Así, solo gastaremos aquellos platos que sean solicitados en cada momento.
Esto nos conduce a un ahorro significativo de alimentos, ya que únicamente descartaremos aquellos que sean solicitados por accidente. También mejoramos la conservación del alimento, que durará más tiempo en buenas condiciones. Al estar los productos aislados del exterior, el agua, la humedad, las altas temperaturas y otros efectos negativos no les afectan.
Al final, estaremos combatiendo el derroche de alimentos de manera efectiva, ofreciendo productos o platos de la mejor calidad a nuestros clientes. Nos ahorrará bastante dinero en alimentos desperdiciados, los cuales serán aprovechados al máximo. Y a la vez estaremos luchando contra este grave problema que supone la pérdida de 7,7 millones de toneladas de alimentos cada año en España.
En definitiva, evitar el desperdicio de alimentos pasa por conservarlos de manera eficiente y planificar los platos que vamos a elaborar, una técnica de gran utilidad en la hostelería. El objetivo es reducir el número de alimentos desperdiciados, algo que es viable con una termoselladora de alimentos. Aumentaremos el tiempo de conservación de los productos, los cuales estarán protegidos de cualquier agente externo que pueda degradarlos. Sin duda, una apuesta por la sostenibilidad.